Contacto 4C

Cuando lo ví por primera vez, estaba estacionado al lado de una Ferrari F12 Berlinetta. Después de acercarme y mirarlo por los cuatro costados, después de haber abierto la puerta del conductor y haberme sentado, después de haber tomado todas las fotos que quise, al irme mire para atrás y me di cuenta de que era pequeño y la Ferrari a su lado se veía gigantesca.. Creo que si en ese momento me hubieran dado a elegir, me hubiera quedado con el 4C. Es mucho más lindo!

Dejé mi auto alquilado, un Infiniti Q50, en el estacionamiento medido en la vereda de Ponce de León, apenas girando desde la SW 40th St; por suerte justo cuando bajé del auto alguien que estaba yéndose, espacio por medio, me llamó y me dio su ticket al que todavía le quedaban como 2 horas de estacionamiento. Un poco corriendo para cubrirme de una sorpresiva lluvia primaveral, me metí de cabeza en el local de The Collection, que en Internet se presenta como concesionario de varias marcas de alta o altísima gama: Aston Martin, Porsche,  Jaguar, Maclaren, Lamborghini, Ferrari y… www.thecollectionalfaromeomiami.com.

A la primera persona que se me cruzó, un tal Nicholas, le dije que quería ver un Alfa Romeo 4C, me pidió que esperara unos minutos y dijo que buscaría a alguien para atenderme. Al ratito volvió acompañado de un asesor de ventas, el Sr. Edward, que después de presentarse me dio una botellita de agua mineral con etiqueta de The Collection y me pidió que lo acompañara. Entramos al ascensor, apretó el botón G (¿Será por Garage?) y casi ni alcanzó a hacer algún comentario sobre la lluvia, que ya sonó una campanilla cristalina para avisarnos que estábamos en el subsuelo.

Al salir del ascensor, confieso que me temblaron un poco las piernas, debía haber no menos de 200 autos de las marcas que mencioné, la mitad Ferraris. Justo frente a la salida del ascensor una Enzo color rojo muy oscuro metalizado. ¡Mortal! De pronto escuché a Edward que me decía: “¿Cuál quiere ver? Tengo dos, son blancas los dos, pero una tiene el interior en cuero rojo. Tuve 4 rojas, pero se vendieron no bien bajarlas del tráiler.” Me incliné por la del interior de cuero rojo, Edward me indicó con su brazo que girara hacia atrás a mi izquierda y ahí estaba.

Pequeñita al lado de una enorme Ferrari F12 Berlinetta blanca, que se veía más grande todavía comparada con la 4C. Mientras caminábamos los 30 o 40 metros que nos separaban de la máquina, yo iba dándole miradas furtivas tres cuartos de perfil, hasta que quedamos justo enfrente. Miré de reojo a la Ferrari, es un poco intimidante, volví a mirar a la 4C y me pareció que se sonreía y me llamaba como para que nos fuéramos juntos a jugar. Es como un juguete grande, enérgica y algo durita tal vez, pero suficientemente accesible como para no asustar. Aunque las líneas dan pistas que preanuncian el picante, como si fuera uno de esos pimientos de Padrón, uno de cada tantos, que hacen arder la boca.

La recorrí toda alrededor, deteniendo mi mirada en cada detalle de diseño y son muchísimos esos detalles, en todo exuda el característico styling italiano. Aunque alguna vez prejuzgué como un poco demasiado agresivo y algo brutal su diseño, debo reconocer que “en vivo” es preciosa y demuestra un gusto muy refinado, impresiona pero nunca se ve chabacana ni pretenciosa. Como decía Jeremy Clarckson, es diseño y cuando se trata de diseño los italianos siempre lo hacen bien.

Al abrir la puerta se puede apreciar un interior que verdaderamente se siente a tono con el afuera, el auto es deportivo, todo deportivo, por fuera y también por dentro. Pero es una deportividad bien entendida y sin vueltas, sin exageraciones ni rasgos de grandilocuencia. ¿Suena loco decir que es como una gacela en el instante justo antes de salir a la carrera? Desde el punto de vista del diseño general, diría que se ve como un objeto de diseño honesto, no engañoso. Dice lo que tiene para decir sin ambigüedades, y no solo lo que tiene para decir es bueno, sino que además lo dice bien, verdaderamente lo dice muy bien.

El cuero rojo es del color y de la calidad del que ya conocí antes en el Alfa 8C, color rojo vivo con acabado mate, que tiene una vivacidad que lo hace muy atractivo y un tacto suave y sólido a la vez. Me senté zambulléndome -literalmente- adentro del habitáculo, ya algo de práctica tengo de la GTV y la Spider 916, aunque este es un poco más bajo todavía y, tal como en la GTV y la Spider 916, hay que levantar un poco las piernas para que los pies pasen por encima de los laterales del cajón sin chocarse con ellos. No pude evitar que la suela de mi zapato (de goma, por suerte) rozara el borde y pasé mi mano despacito para quitar la mancha de polvo de la superficie brillante de fibra de carbono. Está ahí, a la vista, y le sienta muy bien al look & feel de un interior muy bien diseñado.

Es espartano, nada sobra pero nada falta y todo lo que está se ve sólido. La butaca toma todo el cuerpo y las piernas extendidas hacia los pedales quedan casi apoyadas e el extremo del asiento, la posición de manejo es muy parecida a la de la Spider, quizás si tuviera los brazos más cortos quedarían muy extendidos para acompañar la distancia de piernas, pero eso de lo que se quejan normalmente los teutones, parece ser más una manía que una apreciación objetiva.

Un dato curioso: las palanquitas de los faros adicionales y otros accesorios son iguales a los de la Giulietta. Un dato feliz: reproduce la sensación de estar adentro de un buzón que transmiten los 916, el borde del parabrisas baja un poco más que el techo. La puerta al cerrarse hace un sonido seco, honesto, indudable, nada “barato” ni ordinario, firme. Todo cerrado se siente hermético, los sonidos quedan como apagados por la absorción de los cueros y los alfombrados. “Inserte la llave y póngalo e marcha. ¿No quiere escuchar el motor?” dice Eduardo, y yo, la verdad, quiero escucharlo, así que aquí va. Grave, lleno, hermosamente bestial, esto es lo que mejor saben hacer estos chicos de Alfa Romeo, que un motor suene a gloria. Lo acelero y suena a más gloria, y otra vez y se escucha más glorioso todavía.

“¡Apáguelo!” me grita Edward “que no me va a poder escuchar y quisiera contarle algunos datos técnicos.” Le hice caso, y de ahí en adelante ya no escuché más nada. No hacía falta ya nada más. O en todo caso un dato gracioso, o casi. Cuando quise bajar me di cuenta de que había que hacer ese medio giro hacia atrás para no caerse, como en la Spider. Menos mal que me di cuenta, porque en la 4C es casi más complicado no terminar en el piso. Los años no vienen solos, vienen con dificultades para subir y bajar de autos deportivos. No me importa.

Cuesta U$S65.900= antes de sacarlo por el portón de Aurora St, por donde saldré la próxima vez que venga a Miami, siempre que recuerde pedir un test drive con, al menos, 72 horas de antelación para que me hagan el permiso de manejo con el seguro correspondiente. ¡Volveré!

por Fredy Yantorno

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